Era el 1965, año Santo Compostelano.
Don Servando, jefe de estudios y rígido mandatario de
Dentro de este grupo, por deseo expreso de Don Servando, había de ir yo. El problema era que a mí no me gustaba la idea, no tenía bicicleta ni sabía montar. Después de convencer a mi padre de lo importante que era esta salida para mí, me dejaron una bicicleta y en quince días tuve que aprender y “ponerme en forma”.
Antes de la marcha me dieron un flamante uniforme de cadete de
Fue un viaje extraordinario:
Íbamos en una caravana imponente (confortable autocar para nosotros, camiones para las bicicletas y la intendencia, enfermería…).
Cada día hacíamos un tramo largo en autocar y cuando faltaban pocos kilómetros para llegar a la ciudad escogida para pernoctar, cogíamos las bicicletas y entrabamos triunfales entre la gente y a veces las cámaras de TV, como si de un gran evento se tratara. Un grupo de los ciclistas formaban un conjunto musical (lástima que no me acuerde ahora de su nombre) y en algún lugar de la población, montábamos un sarao que dejaba embobadas a las jovencitas portuguesas, escuchando “La casa del sol naciente” a los acordes de aquellas modernas guitarras eléctricas.
Al día siguiente después de un suculento desayuno, con su correspondiente cuchara sopera de reconstituyente (corría el rumor que era bromuro), seguíamos la ruta predeterminada.
Tal como estaba previsto llegamos a Santiago el veinticinco de julio.
Volvimos en autocar, parando en Madrid, donde fuimos felicitados y algunos condecorados por las altas instancias políticas del momento.
Lo pasé muy bien y a veces pienso que Don Servando me recompensó con este viaje la bofetada de la huelga.
¡Qué pena no haber tenido alguna foto de este evento!, a ver si alguno tenéis alguna fotografía.
Enviado por Fco Carrión
No hay comentarios:
Publicar un comentario